lunes, 18 de mayo de 2009

Eva e Iván.



Los conocí siendo unos críos, cuando su madre se casó con un buen amigo.
Al contrario que lo que acostumbra a pasar cuando un amigo se casa, que se distancia y pierdes la confianza que había porque se vuelca en la vida familiar -algo comprensible a decir verdad-, en este caso no sólo no perdí el contacto con mi amigo sino que gané una amiga, y hasta el día de hoy, hace ya unos quince años, seguimos al pie del cañón con el mismo respeto admiración y cariño que siempre nos unió.
Eva e Iván eran dos críos preciosos, que me encantaron por la seriedad y madurez de la que hacían gala con sus diez y once años. Y además eran muy cariñosos y familiares, lo cual los hacía más entrañables aún.
Por eso, que quince años después de aquella época, hubieran caído por Barcelona, y hubiera tenido el placer de hacerles de guía y anfitrión, aunque solamente hubiera sido por un día,ha sido algo realmente gratificante y bonito.
Tan sólo han cambiado físicamente. Siguen siendo el mismo par de adorables criaturas que conocí. Sólo que convertidos en un apuesto chico de 25 y una preciosa chica que cumplió aquí sus 24.
Me supo a poco. Ojalá a ellos también y repitan. Es fácil después de romper el hielo de la primera vez.
Eso si no me ponen una cruz de "non grato" después de la considerable caminata que les dí por la ciudad.
Para ver las fotos y la ruta picad sobre la miniatura...

Eva e Iván en Barcelona.

1 comentario:

sue dijo...

si que les hiciste caminar si, pero fijo que mereció la pena, al menos por alguna fotiki que he visto. ¿me lo parece a mi, o en tu casa cuelga un dibujo de mi amado principito?