Hace ya un año! Y es
curiosa la mezcla entre la sensación de que fue ayer, y la de que
hace ya una eternidad...
Es demasiada ausencia,
demasiada orfandad a la que acostumbrarse.
Tengo la carga y la pena de
no haber estado tomando tu mano cuando exhalaste tu último suspiro,
como cuando lo hizo padre. ¡Es tan reconfortante, dentro del
indescriptible dolor, la sensación de haber estado ahí! De saber
que fueron mis ojos lo último que vieron los vuestros...
He vuelto y seguiré
volviendo por casa. Y es doloroso ver como es cada vez menos casa
aquella que con tanto esmero, y a pesar de tus limitaciones,
cuidabas... Y cada vez que planeo volver, me imagino llegando a la
puerta de la cocina, y encontrándote allí, al lado de la ventana,
aprovechando los últimos rayos de luz, casi a oscuras, haciendo tus
sopas de letras. Me imagino tu cara de alegría y sorpresa al verme
aparecer, tu abrazo, tu olor, tu ternura... Y me imagino también
como en media hora toda esa dulzura de madre añorante del hijo que
viene de lejos, se transforma en la madre de cada día que no está
tranquila si no te manda algo para hacer.
Y me trago mi golpe de pena
al darme la ostia de realidad y recordar que no estarás allí para
recibirme.
Es muy duro, y uno nunca
acaba de acostumbrarse. Tu ausencia, vuestra ausencia, duele
demasiado a veces, tanto que me hace pensar que la existencia mas
allá de aquí carece de valor alguno. Hay días que cuesta horrores
levantarse (aunque eso nadie lo puede certificar, porque nadie sabe
realmente cómo está uno por dentro).
No obstante, sé que no es
así. Sé que siempre vale la pena seguir adelante; porque no
tenerte/teneros en el plano físico, no quiere decir que no sigáis a
mi lado, velando por mi felicidad desde un plano mas elevado. Y que
probablemente desde ese plano, podréis hacerlo incluso mejor que
desde el terrenal, donde como todos los mortales, teníais vuestras
limitaciones.
Agradecido por todo lo que
desde el corazón me habéis dado.
Perdonadas todas las
carencias que pude acusar.
Feliz de ser el fruto de
vuestro encuentro.
Y seguro de que en un
tiempo, que espero, sea aún lejano, nos reencontraremos en forma de
Luz.
Gracias por darme la vida. Y
hasta siempre, madre!
Sonreír, abrir los ojos,
amar, y seguir...
3 comentarios:
hola Sixto,
Mágnifico relato eres verdaderamente un poeta, con una sensibilidad extraordinaria.
Tu madre estaba mas qué orgullosa de tí.
Nada más que había que escucharla para oírle decir:
"Mió Sixto del alma "
Un abrazo y qué continúes así como eres.
Nory.
Gracias Nori! Un abrazo enorme!
Hola Sixto
Tus palabras me han llevado a otro mundo, haciendo me pensar en mis queridos que la gerra y las fronteras les deja muy lejos.
Gracias a por compartir el relato con nosotros
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