Empiezas la semana con no demasiadas buenas expectativas... Haces tu trabajo con la ilusión que te permite hacerlo un lunes en el que te anuncian que hayq ue apretarse el cinturón... Tras dar unas cuántas vueltas a la ciudad, regresas a casa, mojado porque en el último trayecto empezó llover...
Y cuando ya das por hecho que el día se acabó, suena el teléfono, y un amigo, que sabe de tu pasión por todo lo que destile aroma porteño, al verse con una entrada vacante para ver un espectáculo de Tango en El Molino, se acordó de ti.
Y así, sin comerlo ni beberlo, como suele decirse, me veo a la puerta del mítico Molino, donde por primera vez pondré mis pies, acompañado por Albert Lladó, y dispuesto a disfrutar durante hora y media de un intimista espectáculo de Tango de la mano del bandoneísta Daniel Binelli y del guitarrista César Angeleri. Dos auténticos monstruos del género.
Con esta actuación, El Molino inicia una nueva programación musical dedicada al tango, cada lunes combinará un concierto de artistas reconocidos con una milonga, es decir, un baile abierto al público general.
Lo de anoche fue sublime. Aqulla guitarra y aquél bandoneón, no sonaban... hablaban!
Y tras el espectáculo, El Molino nos invitó a una copa de cava en el primer piso.
No sé por qué me imaginaba el cabaret mucho mayor. Sin embargo me encontré con una sala muy intimista.
Y tras unas tapas en la cervecería Moritz de la Ronda Sant Pau, acabó un día que como todos los que trato de vivir, tuvo de todo menos de rutinario.